Grupos de WhatsApp: por qué generan ansiedad y cómo controlarlo
Es la aplicación de mensajes más utilizada del mundo. Cada día nuestros celulares se saturan con notificaciones privadas y grupales, y ese caudal informativo nos genera nerviosismo y ansiedad
¿Es la tecnología nuestra aliada? ¿Su avance nos está tomando por sorpresa? ¿Tenemos las herramientas para entender cómo deberíamos lidiar con ella? ¿Somos conscientes del impacto que tiene en nuestra salud?
Jorge Garramuño es socio fundador de Estima Centro de Salud, y nos cuenta que convivimos con un incesante estímulo que nos empuja a un uso excesivo de la tecnología, como por ejemplo el consumo de redes sociales. "En ellas se invita, incita a un estado de conexión permanente que, como cualquier exceso, puede resultar dañino".
¿Por qué la dependencia?
El profesional comenta que no todos reaccionan de la misma manera. Por eso mismo, nos invita a preguntarnos: ¿Cómo podemos entender que algunas personas son atrapadas por la red tecnológica y otras no? ¿Por qué algunos pueden olvidarse su celular sin sufrir por eso y otros se angustian cuando se alejan 50 centímetros de él?
Afirma que "ocurre porque el modo de manejarnos con la tecnología está en relación directa con las características de personalidad y del entorno familiar, como también de factores sociales, económicos y culturales. Todas ellas influyen en la manera de relacionarnos con la tecnología, por eso las características de ese vínculo no pueden ser consideradas azarosas. El resultado de la relación sujeto-tecnología va a estar determinado por el interjuego de todas esas variables".
La sofocante demanda de WhatsApp
"No quiero más grupos de WhatsApp", "No me agregues", "Entro y me voy" o "Este grupo es temporal", frases que escuchamos a menudo. Pero, ¿por qué nos atormenta tanto esta red social y sus comunidades?
El psiquiatra Garramuño analiza: "Uno de los atributos de la tecnología es la importancia de la velocidad de respuesta, cuanto más rápido mejor. Ese aspecto funciona como un condicionamiento y, sin darnos cuenta, esperamos que esa velocidad sea aplicable a todo. Si no llega el mensaje asumimos que debe haber habido algún inconveniente y nos inquietamos un poco. Si llega y no responden estamos ante el famoso "me clavaron el visto". Es que nos cuesta entender por qué no hay una respuesta y juzgamos, entre otras, la variable de la aceptación o el rechazo. La espera desespera. Todo ese conjunto de sensaciones e interpretaciones provocan un estado de ansiedad que, en algunos casos, puede llegar a ser importante en términos de padecimiento".
Al vivir en un mundo de permanente y rápida comunicación, cuando no fluye lleva consecuentemente a nuestra frustración. Y es este sentimiento el que puede desembocar en ansiedad. Garramuño cita a la filósofa francesa Simone de Beauvoir, quien decía (respecto al teléfono) que "ese aparato no acortaba las distancias sino que las reafirmaba".
"En esta era de la inmediatez, el doble click pareciera ser la espera máxima tolerable. En la vida cotidiana, los tiempos suelen ser diferentes", suma.
Cómo calmar la ansiedad
En un principio, el especialista aclara que "creo poco en la validez de los tips o consejos porque son generales, no universales. Incluso esa idea estimula la fantasía de poder controlar la situación que me resulta difícil manejar. Pero si no me funciona, puedo sentirme más frustrado, y el pretendido remedio resulta peor que la enfermedad".
Y prosigue: "Hecha esa aclaración, me parece sí importante remarcar que ese estado de continua conexión es una fuente importante de ansiedad. Se establece una suerte de círculo vicioso que, en este caso, podría llamarse de esa forma. La conexión me genera ansiedad y la desconexión me la aumenta. Por esa razón, cuanto menos tiempo dediquemos a esa conexión menos estímulos ansiógenos tendremos. Y hasta quizás podamos conectarnos con otras actividades analógicas, que también pueden ser placenteras".
En caso de que ese corte fuera difícil de lograr, o generara paradójicamente mucha ansiedad, quizás sea oportuno entonces hacer una consulta profesional.
Garramuño destaca el ocio, el juego y hasta el aburrimiento como estímulos para desarrollar la creatividad, gran aliada de la salud mental en tiempos de abuso tecnológico.