Entre aplausos, cánticos y saludos, el fotógrafo Pablo Grillo fue dado de alta tras permanecer casi tres meses internado en el Hospital Ramos Mejía producto de las graves heridas que le provocaron en medio de un operativo de las fuerzas federales durante una marcha por los jubilados. El hombre de 35 años fue derivado al Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en donde continuará su tratamiento.
Pablo Grillo sale de terapia intensiva y va a rehabilitación después de 84 días internado tras haber recibido un disparo de gas lacrimógeno en su cabeza. Bullrich es la responsable.
— Cora Gamarnik (@coragamarnik) June 3, 2025
Y Pablo sonríe. Con esa sonrisa hermosa que tiene. pic.twitter.com/cumgtN9V44
Según indicó su familia, continuará internado de lunes a viernes mientras realiza su rehabilitación, pero tendrá salidas ambulatorias durante los fines de semana. A su vez, y si todo continua de forma favorable, en dos meses deberá retornar al centro de salud ubicado en el barrio porteño de Balvanera para una segunda cirugía.
Debido a las heridas provocadas por el impacto de una cápsula de gas lacrimógeno que lanzó Gendarmería durante una marcha a favor de los jubilados el pasado 12 de marzo -y que le generaron un trauma grave con múltiple fractura de cráneo y pérdida de masa encefálica-, el fotoperiodista presenta un cuadro de hidrocefalia que solo puede ser tratado de forma quirúrgica.
Sin embargo, en la salida del hospital se lo pudo ver sonriente y rodeado por sus familiares y amigos, que agradecieron el apoyo de la gente en redes sociales y el trabajo de los profesionales de salud que le salvaron la vida.
Tras 55 días en terapia intensiva, el pasado 8 de mayo, Grillo había abandonado momentáneamente la sala donde estaba internado. En una imagen que se difundió en las redes sociales, se lo pudo ver junto a su padre Fabián en uno de los balcones del Hospital Ramos Mejía.
El fotógrafo fue herido gravemente en medio de un operativo de las fuerzas federales durante la manifestación en donde también se sumaron barrabravas y militantes de organizaciones de izquierda. Allí, el fotoperiodista se ubicó detrás de unos restos de un mueble incendiado para sacar una foto y recibió el impacto de un cartucho de gas lacrimógeno, que había sido arrojado por un efectivo de Gendarmería.