¿Cuándo nace el amor, aquel que es incondicional y para siempre? ¿Cómo es que sucede? ¿En qué momento se inagura? Ezequiel lo tiene identificado: surgió cuando aquel adolescente de 17 años lo sorprendió con un abrazo, un instante después de haberlo visto por primera vez. Fueron apenas unos segundos, pero ese gesto permanece guardado en la memoria de su cuerpo y también en las lágrimas que deja ir cada vez que lo cuenta.
En cambio, para Francisco son algunas palabras. O más bien, una correción. "Son adoptantes", le dijo la directora del hogar, cuando iban caminando rumbo a ese primer encuentro con ese matrimonio. "No -se frenó él-. Adoptantes no. Padres". Y entonces continuó la marcha hacia un futuro en el que, de una vez por todas, lo esperaba el amor
Ezequiel es Kelo desde siempre, y es el papá de Francisco desde hace tres años. Aquel joven de 17 ya cumplió 20, y se presenta con orgullo en la entrevista con Infobae: "Me dicen Frank. Mi primer nombre era Frank Steven Dacosta. Y ahora soy Frank Ryan Corvin Suárez, los dos apellidos de mis papás".
Juntos quieren dar su testimonio con un objetivo claro: "Visibilizar la adopción de adolescentes, que es algo que no se habla mucho. Él tiene muchos amigos dentro del hogar que están buscando familia", dice Kelo. "Quiero charlar sobre mí para informar. Me gustaría que todos mis amigos del hogar encuentren una familia", aporta Frank.
La mayoría de las personas que buscan adoptar solo están dispuestas a que ese niño o niña no tenga más de cuatro años. Pero de esa manera muchos chicos pierden posibilidades. Y para aquellos que ya alcanzaron la adolescencia, el panorama todavía más desalentador: las chances de encontrar una familia se vuelven escasas.
Pero Kelo y Miriam, su esposa, no planteaban ese requisito. Pronto comprendieron algo fundamental: antes que con el deseo de los adultos a ser padres, la adopción tiene que ver con la restitución de los derechos de los niños y adolescentes a ser cuidados y a crecer amados. "La ley no te busca un hijo a vos, sino una familia a él. La prioridad son ellos", destaca Kelo.
-¿Ustedes siempre quisieron ser papás?
Kelo: -Siempre. Cuando estábamos de novios decíamos que íbamos a tener hijos naturales y adoptivos, pero con el correr del tiempo resultó que yo no podía tener. No fue nada traumático para nosotros porque siempre pensábamos en adoptar. Pero uno piensa que antes tiene que terminar de pagar la casa, contar con un trabajo en blanco y un montón de cosas que, cuando vas, te enterás de que no es así.
-¿Enfrentabas muchos mitos vinculados con la adopción, sobre todo en lo económico?
Kelo: -Sí. "Una habitación por chico", te dicen. O que "te va a llevar cinco años, mínimo". Pero no se fijan en lo económico, sino en el amor. Y también si estás preparado para ser padre, porque no todo el mundo lo está.
-Frank, ¿vos estabas esperando hace mucho?
Frank: -Sí. Con mis hermanos estuvimos esperando mucho en el primer hogar, Torcacitas. Hasta que se acercó un hombre que también tenía un hijo adoptado, Oscar. Fuimos con él, pero no me gustó su trato y a los siete meses desistí de estar viviendo con él. Me fui a un hogar de tránsito y de ahí me derivaron a otro hogar. Mi deseo siempre fue tener una familia.
-¿Tus hermanos se quedaron con este hombre?
Frank: -Sí, se quedaron con él.
-¿Cuántos hermanos son?
Frank: -Seis. Yo soy de los menores.
-¿Mantenés un vínculo con tus hermanos?
Frank: -Sí, sí, con todos.
-¿Qué edad tenías cuando llegan al hogar por primera vez?
Frank: -Ocho, nueve años. Entré con mi hermano Kevin. Fuimos los dos primeros hermanos que entramos. Con Kevin siempre hubo un chiste entre nosotros sobre quién puso el pie primero en el hogar.
-¿Y el resto de los hermanos, con quién se quedó?
Frank: -Mi hermano Jack, el menor, y mi hermana Sharon, la segunda más grande, se quedaron con mi vieja. Perdón: con mi progenitora, Liliana.
-¿Qué nos podés contar de tu primera infancia? Lo que vos quieras.
Frank: -Nunca tuve la posibilidad de preguntarle a mi vieja cuál fue la razón o por qué me hizo pasar por todo ese maltrato y hacerme creer que era normal. Todo lo que pasé...
-¿Sufrías violencia?
Frank: -Sí, violencia infantil, abuso de mis hermanos, de mis primos.
-¿Y alguien te rescata de esa situación y dice "no más"?
Frank: -No, jamás pasó. Una noche hubo una disputa con mis hermanos y uno de los más grandes, Iván, me pega un palazo en la cabeza. Yo me enojé, salí por el techo y me fui a la calle. Para un auto: se bajó una señora preguntándome adónde iba, si tenía una casa, cosas así. Y me llevó a la comisaría y ahí avisaron al zonal. Yo tenía siete años y me derivan con ella, a estar un año en una guarda transitoria.
-¿Te sentiste bien en esa casa? ¿Te sentiste cuidado?
Frank: -Sí. Cómodo, amado. Me enseñaron mucho del respeto, de los buenos modales: cómo agarrar un tenedor, cómo comer. Muchas veces yo comía con la mano, no sabía lo que era un tenedor.
-En la casa de tu progenitora había una situación de abuso y a la vez, era con lo que habías crecido, lo que conocías.
Frank: -Lo acepté porque ya tomaba como normal tener sexo con mis hermanos o aceptar que mis primos me llevaran a un campito. Y no. Siempre me decían: "¿Querés?", y yo ya les decía que sí porque era como algo normal para mí que pasara.
-¿Qué sentís cuando escuchás a tu hijo decir esto?
Kelo: -Impotencia.
-Porque si me rompe a mí...
Kelo: -Y todos los hermanos pasaron por eso.
-Te quiero decir Frank con toda la confianza del mundo vos no tenés que contar nada que no quieras contar. No es necesario. Lo que nos importa es lo que vos quieras transmitir que ayuda a un montón de gente. Pero nada de esto tiene que ser algo más doloroso de lo que ya de por sí es para vos ¿ok?
Frank -Sí.
-¿Sentís que lo entiende? Más allá de que él es mayor de edad te pregunto a vos como su papá porque no lo quiero exponer a nada que sientas que es mucho para él.
Kelo: -Veníamos hablando de esto en el camino hacia acá y él decidió que lo quiere contar.
-Ok, seguimos entonces y cualquier cosa me avisan, ¿cómo llegás al hogar después de vivir con esta señora que te había llevado a la comisaría?
Frank: -Le pregunté a esta señora si podía seguir yendo a la Fundación Pupi Zanetti, donde iba con mi hermano Jack y pasábamos la tarde merendando, jugando o haciendo la tarea del colegio. Me dijo que sí. Ahí estuve con Jack. Un día vino una trabajadora social, Jésica, y me dice que tiene un regalito para mí en la camioneta. Me abrió las puertas y estaba mi hermano Kevin con un muñequito, jugando. Lo abracé y le pregunté qué onda. "Nada, estamos yendo a un hogar", me dice. "¿Qué es eso?". "No sé", y me regala ese muñequito, como un soldadito. Y bueno, ahí llegamos al hogar.
Kelo: -La realidad es que ni siquiera en el colegio al que asistían se preocuparon por qué pasaba con esos hermanos, que iban de vez en cuando, que llegaban golpeados. Los que sí se preocuparon fueron los de la Fundación Pupi: todo el tiempo hacían notas y avisaban de las condiciones en que llegaban. Iban a jugar, a comer, y cada vez que lo veían le preguntaban y siempre había una excusa: "Me caí". Ellos fueron los que se movieron. Por eso aparece Jésica, la trabajadora social.
-¿La violencia y las situaciones de abuso tenían que ver con tus hermanos mayores, no con Kevin y Jack, que son los menores?
Frank: -Sí. Con Sharon y con Iván. Sebastián, el mayor, no estuvo tan presente en mi infancia.
-¿Y quiénes fueron con este hombre, con Oscar?
Frank: -Kevin, yo y Jack, los tres más chicos.
-¿Cuando vos era chiquito, tu progenitor aparecía en escena en algún momento o solo estaba Liliana?
Frank: -Solamente Liliana. Vivíamos en Moreno y solo tengo un leve recuerdo de jugar en el patio con él. Antes de llegar al hogar, yo no sabía que Kevin y Jack eran mis hermanos: pensaba que eran amigos que iban a mi casa con un poco de comida recolectada, comíamos y nos íbamos a dormir. Y Sharon actuaba más como mi mamá, siempre nos cocinaba.
Kelo: -Cuando llega al hogar, él se entera de que esos nenes con los que convivía eran sus hermanos y no sus amigos, por toda esa trama que estaba atrás de esa mente perversa, por todo lo que Liliana les hacía hacer, y lo que ella hacía con ellos.
-¿Y el progenitor?
Kelo: -Se sabe que falleció: tuvo un infarto en la calle. Pero Liliana sigue su vida como si nada.
-¿Cómo fue tu vida en el hogar?
Frank: -Siempre me trataron bien. Me dieron esa familia, amigos. Me llevaron a un montón de lugares nuevos que yo no conocía. Me festejaron mis primeros cumpleaños. Me ayuban a estudiar. Tenía a Graciela, una tía de corazón, que en los hogares se les dice así, que era muy buena: sus guisos son lo mejor.
-¿Por qué decidís no volver de esa primera vinculación en casa de Oscar? ¿Te sentías mejor en el hogar que en esa casa?
Frank: Me fui porque no me sentía cómodo, no me sentía feliz. Y antes de ir al juzgado para hablar y desistir del adoptante, nos reunimos con Kevin y Jack en la pieza y charlamos. Les dije: "Chicos, yo me quiero ir. Yo no puedo vivir así. ¿Qué van a hacer ustedes?". Y me dijeron que no querían volver a un hogar, que no soportarían algunas cosas. Yo quería que vinieran conmigo que no se conformaran con violencia, con tan poco.
-Quiero tener mucho respeto con tus hermanos, ¿pero vos estabas sufriendo algún tipo de violencia en esa casa?
Frank: -No. Sí... (Oscar) me daba indicios de violencias que yo sabía que iban a seguir subiendo, y yo ya había pasado por eso. Me sentía más seguro en el hogar.
-¿Y el juzgado aceptó?
Frank: -Sí. Cuando les dije que no me hacía feliz estar ahí, dijeron: "Bueno, listo".
Kelo: -Ahora todo pasa por los chicos, les preguntan a ellos: qué quieren, si quieren un papá y una mamá, si aceptan un monoparental, si quieren hermanos.
-En este caso, hubo un papá, Oscar, dispuesto a adoptar a los tres hermanos juntos, pero uno decidió volver. ¿No era un indicio de que algo podía no estar funcionando?
Kelo: -Sí. Lo hablaron con él, también con los hermanos, y ellos dijeron que no era nada del otro mundo. Son decisiones que toman ellos.
-¿Qué edad tenías en ese momento, Frank?
Frank: -14, 15.
-Y te vas a otro hogar.
Frank: -Sí. Nos agarró la pandemia encerrados. Empecé a hacer amigos ahí: jugábamos a la bolita, a la pelota, siempre buscando algo para divertirnos.
-¿Estaba en vos el sueño de una familia o ya te sentías resguardado en el hogar?
Frank: -Yo lo que deseaba era estar con mis hermanos. Jamás me había separado de ellos. Y en el primer hogar donde estuve, ahí nos construyeron a los tres, nos enseñaron cómo ser hermanos. Y lo que yo quería era que vinieran conmigo.
-¿Kevin y Jack siguen con Oscar?
Frank: -Sí. En el primer hogar, antes de que nos construyeran como hermanos, nos preguntaron si queríamos ser adoptados y los tres dijimos que sí, pero por separado. Cuando los hermanos quieren irse separados es porque sienten rencor con el otro hermano: "No me cuidaste", "No hiciste nada", cosas así. Ese rencor yo lo tenía un poco más con mi hermana. Después, todo ese dolor pasó.
-¿Sharon también estaba en el hogar?
Frank: -Al principio sí. Después se fue. También tenía ese dolor con Flor, la mayor de todos los hermanos.
-Esta esa sensación de que los hermanos mayores tendrían que haber hecho o cuidado un poco más.
Kelo: -Y... lo que pasa es que Flor era una nena también y a los 15 años quedó embarazada. Tiene tres nenas, es complicado. Pero bueno, eso Frank lo va entendiendo después con los años.
-Flor también debe haber vivido sus infiernos.
Kelo: -Sí. Ellos tuvieron mucha contención en los hogares, mucho apoyo psicológico. Obviamente, hay patrones, cosas que al día de hoy se van repitiendo inconscientemente, y nosotros estamos para marcárselos. Pero las personas que son... Todos súper dulces, cariñosos, empáticos.
-¿Cómo fue cuando ustedes decidieron ir por el camino de la adopción?
Kelo: -El 11 de julio del 2022 fuimos a averiguar a un juzgado y nos dan un listado de cosas que teníamos que presentar: "Si me entregás todo esto antes del 15, seguimos trabajando con ustedes porque entramos en feria, pero estamos de turno", nos dicen. Cuando con mi esposa llevamos los papeles, la jueza quiere hablar con nosotros: nos cuenta cómo es este mundo y nos muestra un video de Frank, que estaba en convocatoria pública, y dice que buscaba una familia. Tenía 16, al otro mes cumplía los 17. Nosotros habíamos puesto de 0 a 16 años.
-Pusieron un rango amplio.
Kelo: -Enorme, sí.
-¿Era un único hijo o aceptaban hermanos?
Kelo: -Aceptábamos hermanos. Y cuando me muestra el video de Frank pidiendo una familia, yo digo que sí. Mi esposa es un poco más cautelosa: ella lo tiene que pensar. Cuando salimos de ahí nos íbamos al cumpleaños de una sobrina. Y cuando llegamos la mamá le pregunta a Miriam: "¿Y cómo te fue?". "Qué sé yo". "¿Pero cuántos años?". "16. Y cuando le dijo 16, dijo: "No, es muy grande". Y ahí Miriam saltó a la yugular a defenderlo sin conocerlo. Entonces dijo: "Sí, es por acá". El 1° de agosto ya lo estábamos conociendo. Y tres meses después, estaba viviendo con nosotros.
-Eso es ser una mamá: defenderlo sin conocerlo, amarlo y desea lo mejor para él más allá de uno.
Kelo: -La gente dice: "Huy, los adolescentes...". El nene pasa los cuatro años y ya no lo quieren adoptar. Todos tenemos una mochila atrás, una vida, y él no deja de ser un nene porque viven a destiempo: él tiene 20 años, pero voy caminando por el supermercado y me agarra de la mano. Hay cosas que en su momento no vivió.
-¿Cuándo te sentiste su papá?
Kelo: -Al segundo cuando lo vi. Es mágico, increíble. Vamos al hogar y te dan contención a vos. Nos agarra el psicólogo: nos explica que vamos a tener una hora para formar un vínculo con un adolescente. "¡Qué bárbaro! ¿Y qué hago? ¿Lo saludo con la mano, un beso, el puñito?", pensás. "Va a fluir", me dice el psicólogo. Y cuando entra, atino a darle la mano, pero él me abraza. Cuando me abraza, lo abrazo... Y me puse a llorar como un chico. Y no me largaba. Fue automático.
-¿Vos qué sabías de ellos, Frank? ¿Te habían preguntado si tenías ganas de conocerlos?
Frank: -Sí, la directora del hogar. Estaba sentado mirando la tele y me dice: "Frank, vinieron unas personas a conocerte". Entonces cuando estábamos yendo me pone el brazo en el hombro y me dice: "Son adoptantes". Y dije: "¡Uff, re rápido!". Y me dijeron que eran tímidos, cariñosos, y yo dije: "Ah, seguro me van a saludar con el codo o me van a dar la mano". Y bueno, fuimos. Yo ya entré con la idea de abrazarlos. Y el primero que se para es mi papá, y agarré y lo abracé. Y no los solté más.
-¿Te cayeron bien al principio?
Frank: -Sí, me cayeron bien.
-¿Y confiaste?
Frank: -Confíe en ellos. Cuando vi las sonrisas de ellos, más la de mi mamá, que estaba enamoradísima, me regustó. Y nada: charlamos, comimos, me contaron sobre sus familias, sus hábitos.
-¿Cuándo sentiste que eran tu mamá y tu papá?
Frank: -Y... cuando salí por la puerta del hogar. Pero antes, cuando la directora me dijo "adoptantes", yo transformé la palabra y dije: "Padres".
-Frank no deja de ser un adolescente, y a los adolescentes siempre hay que ponerles límites. A veces hay que retarlos. Es así, es parte del amor.
Kelo: -Igual, es muy maduro. Pero sí, yo soy el policía malo.
-Sí, tenés una pinta de malo...
Kelo: -(Risas) No, no, pero me salta la térmica.
-¿Te bancás que de vez en cuando te reten?
Frank: -No son mucho de retarme. Pero con el reclamo, ya me hincha.
Kelo: -Suficiente.
Frank: -Suficiente...
Kelo: -Pero igual, hablamos mucho.
-Hablame de tu mamá: ¿cómo es ella?
Frank: -Mi mamá es súper comprensiva. Con algunos temas no tanto: le cuesta. Pero termina cediendo. Es muy buena. Tiene una sonrisa muy linda. Es una mamá con todas las letras.
-Vos tenés una fuerza y tuviste unas ganas de vivir alucinantes.
Frank: -Sí.
Kelo: -Yo creo que él no tiene la dimensión de lo que es como persona. Por eso, muchas veces piensa que vale menos. Entonces estamos todo el tiempo remarcándoselo: él no ve lo especial que es. Es el ejemplo vivo de la resiliencia.
-Cuando uno adopta un niño, algo que preguntan los juzgados es si los niños quieren mantener vínculos con algún familiar del origen. Y hay muchos adoptantes que dicen que no, para nada, y eso es muy nocivo. ¿Ustedes estaban dispuestos a que esto sucediera?
Kelo: -Lo primero que nos dijeron fue: "Frank no quiere perder ningún vínculo". "Nosotros vinimos a sumar, no a restar", dijimos. Así que los hermanos vienen, se quedan a dormir en casa. Los chicos del hogar también se van turnando; imaginate, son 20 pibes, no pueden venir todos juntos. Pero vienen: "Tío, ¿puedo?"; "Sí, vení".
-¿Hay algo que no hayamos hablado que les parezca importante Kelo?
Kelo: -Mira, hay muchos lugares donde uno puede ir a asesorarse si uno tiene la idea de adoptar o tenés algún conocido. Está bueno que se acerquen. Nosotros por ejemplo siempre que nos invitan a charlas vamos pero vamos una vez por mes a una Fundación que es Ainelén, Amor Familiar, que son hogares de tránsito, casa de acogida, y hay una reunión una vez por mes con gente que ya adoptó, gente que está interesada en adoptar. Y está bueno porque es una contención que nos tenemos todos porque es hermoso esto pero obviamente que tiene sus altibajos.
-Frank, ¿qué querés decirle a la gente, a quien está viendo o leyendo esta nota?
Frank: -Que se acerquen, que se informen. Que el deseo de todos los chicos que están en un hogar es ser amados y tener una familia.
-¿Hoy tenés la familia que soñabas?
Frank: -Sí. Y más: pedí dos papás y me dieron abuelos, me dieron tíos, primos. Estoy muy feliz.
-Estás llorando, Kelo. Y yo también.
Kelo: -Siempre... Siempre.
-Que sean refelices.
Kelo: -Lo somos.