El barrio todavía no sale de la conmoción. El hallazgo de los restos de Diego Fernández Lima, el adolescente desaparecido en 1984 cuyos restos fueron encontrados el pasado 20 de mayo, reavivó una historia que nunca se cerró del todo para su familia, sus amigos y quienes compartieron con él los días de colegio y fútbol en Excursionistas. Hoy, la investigación gira en torno a un nombre: Cristian Graf, vecino y ex compañero de aula de Diego, hijo de la dueña de la casa donde, 41 años después, encontraron los restos.
Según los registros de la vieja ENED N°36, Diego y Cristian compartieron al menos el tercer año de secundaria. Graf terminó de cursar en diciembre de 1984; de Diego solo quedaron las calificaciones del primer trimestre, el único que llegó a completar antes de desaparecer. La cercanía entre sus casas y la pasión compartida por las motos, tejieron una amistad que hoy es clave en la investigación.
El hallazgo fue casual, producto de una obra en la casa de los Graf. Daniel, el capataz de la obra, relató cómo la máquina retroexcavadora rompió un caño maestro y, días después, al remover tierra, aparecieron los restos humanos. Cristian Graf, se presentó en la obra, intentó explicar el hallazgo con hipótesis poco convincentes: "Primero dijo que podía ser de una iglesia, después que era tierra traída de otro lado. Pero no coincidía, no te traen un cuerpo entero en un camión de tierra", contó Daniel.
La familia de Diego, tras décadas de búsqueda, enfrenta ahora una mezcla de alivio y dolor. Javier, su hermano, expresó: " Estoy muy vacío en este momento, muchas preguntas. Me confirmó el fiscal que uno de los muchachos de acá era compañero de Diego. Gracias a él declararon todos los compañeros de Diego de ese momento".
La investigación avanza y el fiscal ya tomó varias declaraciones, incluso de ex compañeros que hoy viven en el exterior y que, a través de un grupo de WhatsApp, se enteraron del caso y aportaron datos clave. El vínculo entre Diego y Cristian, el fanatismo por las motos y la cercanía de sus casas son elementos que la justicia considera fundamentales. No se descarta una detención en las próximas horas, aunque la causa podría prescribir por el paso del tiempo.
Mercedes, la profesora de matemáticas de Diego, lo recuerda con cariño: "Era amoroso, muy simpático, agradable, charlatán. No le gustaba matemática, pero era muy buen chico, muy educado, divertido. El día que desapareció fue terrible, sus compañeros salieron a buscarlo por el barrio".
En el club Excursionistas, Diego era querido y recordado como un zurdito habilidoso, siempre sonriente. Armando Mainoli, amigo y compañero de fútbol, rememora: "Era chiquitito, pero ligerito y hábil. Nos enteramos de su desaparición por el padre, que buscó a Diego hasta el último día de su vida".
La casa donde se cree que pudo haber ocurrido el crimen permanece cerrada desde que la historia salió a la luz. Las persianas están siempre bajas y el cierre de las redes sociales de los Graf reflejan el impacto del caso. Los vecinos prefieren no hablar, pero todos miran hacia aquella propiedad.
Hoy, la pregunta sigue siendo la misma: ¿por qué mataron a Diego? ¿Quién fue? La justicia avanza, la familia espera respuestas sin entender cómo, durante 41 años, la verdad estuvo tan cerca y tan lejos a la vez.