Los primos Adolfo, Daniel y Eduardo Strauch, 3 de los 16 sobrevivientes de la caída del avión de los uruguayos en la cordillera, hablaron por primera vez en detalle sobre el difícil proceso de tener que diseccionar los cuerpos de los compañeros, familiares y amigos fallecidos en la cordillera, una tarea que cargaron sobre sus espaldas para evitar que los demás tuvieran que hacerlo.
Esto fue parte de una entrevista que les realizó el presentador español Jordi Évole en un documental emitido el domingo en el canal Antena 3 y que reprodujo el portal porteño Perfil.com.
"Le dije a Daniel: ?Algo tenemos que hacer, de acá no salimos, vamos a tener que comer los cuerpos'", relató Adolfo sobre el primer momento en que puso en palabras algo que ya varios venían pensando días antes.
Daniel acotó: "Ahí podría haber cambiado la historia, porque si yo te decía ?¿estás loco?', nos hubiésemos demorado hasta el día 10 y terminábamos todos fundidos".
Eduardo añadió que "hubo un momento conmovedor que fue convenciendo a muchos: cuando ofrecimos nuestros cuerpos, unos a otros".
Para Adolfo la única opción era clara: "O comemos los cuerpos o nos vamos a morir de a poquito. Era el quinto día, y seguramente no nos iban a buscar. Ese fue el gran conflicto interno".
Además, recordó que "al comunicarlo fue con diplomacia y democracia porque íbamos a tomar una medida angustiante, delicada. Pasaron tres días en esas discusiones porque no podíamos tomar una medida sin que la acepte al menos la mitad".
"Ahí -agregó Daniel- nos dimos cuenta que se negaban tres o cuatro y dijimos ?bueno, hay que darle para adelante'".
Los primos Strauch, 3 de los 16 sobrevivientes de la caída del avión de los uruguayos.
El primer corte y el saber de la carne humana
Adolfo rememoró la primera disección realizada: "Salí del fuselaje con un pedazo de vidrio, agarré un cuerpo boca abajo, sin saber de quién era, se cortó el vaquero, se cortó el cachete de la nalga y se probó. Para quitarle importancia y darle valor al resto dije ?esto es como jamón crudo sin sal', pero no tenía gusto a nada".
"Lo increíble del ser humano -añadió Eduardo- es que a los pocos días era como comer pollo y no teníamos ningún problema, la mente se bloqueó porque si no hubiésemos enloquecido".
Sin embargo, para algunos compañeros la decisión de consumir restos humanos no fue tan sencilla. "Para facilitar y animar a los que no habían comido agarramos un cajón de Coca Cola, las pocas maderas que había, prendimos fuego, un pedazo de chapa y algunos trozos de carne se hicieron a la plancha. Así todos comieron un churrasquito", relató Adolfo sobre cómo superaron esa situación.
Los primos Strauch, conscientes de quiénes eran los cuerpos que proporcionaban al resto, mantuvieron el pacto entre ellos para que el resto no tuviera conocimiento de quiénes se habían alimentado, una situación que fue reflejada en "La Sociedad de la Nieve", la película de Netflix estrenada a inicios de enero en la plataforma.
"Por suerte no éramos muy cercanos de la mayoría de los que habían muerto; era más fácil hacerlo con alguien desconocido que con un amigo. La riqueza eran los cadáveres, era la única forma de mantenernos vivos", sostuvo Adolfo. "Sin embargo, después de 50 años me parece brutal pensarlo y contarlo", se sinceró Eduardo.