Viacrucis Maradoniano: diez estaciones que transformaron a Diego de ídolo a D10S

Hace 5 minutos

Un repaso por algunos de los momentos más significativos en la vida de Maradona, quien adoptó fieles en todo el mundo que veneran su imagen como si de un santo se tratara

 Pensar su figura solo como la de un futbolista que ejerció en el campo de juego el arte más bello es contar apenas una parte de un hombre que fue inmenso y que, al mismo tiempo, fue tan perfecto como poluto, tan adorado como cuestionado y, por sobre todas las cosas, el Dios más humano. Diego Maradona logró lo que ningún otro: fieles que lo venerarán por los siglos de los siglos, incluso aunque muchos de sus seguidores nunca lo hayan visto siquiera patear una pelota, pero eso no importa porque la fe no necesita de razones.

 Diego fue santificado incluso antes de su desaparición física. Por eso, este viacrucis Maradoniano propone un recorrido por el propio camino de la cruz de Maradona, pero con estaciones en latitudes que contribuyeron a su canonización y en las que todavía se respira su presencia.

1. Villa Fiorito (Primera estación)

El lugar donde todo empezó fue Villa Fiorito. Maradona vivió en la calle Azamor Nº 523 del partido bonaerense de Lomas de Zamora, en una casa con techo de chapa y piso de tierra, y en una barrio privado de luz, de agua, de teléfono, como ironizó Diego. Fue donde también construyó su primer sueño: jugar en el Mundial.

 Ese hogar fue declarado "lugar histórico nacional" en 2021, al año siguiente de su fallecimiento, y hoy suele ser un destino visitado por turistas o maradonianos.

2. Lascano 2257 (Segunda estación)

El segundo hogar en el que vivió Maradona, entre 1978 y 1980, fue en el barrio de La Paternal. Apenas cuatro cuadras separan ese lugar del estadio de Argentinos Juniors, el primer club que le abrió las puertas al Diez. Cuando se camina por Gavilán aparecen algunas pintadas relacionadas a Diego y al llegar a la casa, una placa en la puerta recuerda que ahí dentro vivió el mejor futbolista de todos los tiempos. Esa casa, que aún conserva algunas características de aquella época, fue recuperada hace unos años y funciona como museo que puede visitar cualquiera.

3. Estadio Azteca (Tercera estación)

Si de Maradona se trata no se puede soslayar el estadio en el que Diego elaboró las dos obras más trascendentes de su carrera como futbolista: la mano de Dios y el Gol del siglo. Aún sobrevuelan aquel césped las figuras de los ingleses dispersados por el suelo, luego de que arrancara por la derecha el genio del fútbol mundial.

4. Nápoles (Cuarta estación)

Con una melena negra que resaltaba brillosa con la luz del sol y su flequillo acariciaba las cejas, Maradona, de tan solo 23 años, aparecía por primera vez en el estadio del conjunto italiano. Fueron 80 mil las personas que se acercaron para darle la bienvenida al exjugador del Barcelona el jueves 5 de julio de 1984. "Buenas tardes napolitanos. Estoy muy feliz de encontrarme con ustedes", dijo antes de hacer ocho jueguitos con la pelota y revolearla. Ese día fue el comienzo de una de las historias de amor más bonitas, que será eterna y no puede explicarse solo en los dos Scudettos y la Copa UEFA conquistadas porque Maradona enalteció a un club históricamente señalado por ser del sur de Italia y pertenecer a los pobres. Se convirtió en una forma de resistencia. Tras la muerte de Diego, Nápoli le puso su nombre al estadio y desde hace años la ciudad está decorada con murales y santuarios del Diez.

5. Franklin 896 (Quinta estación)

En el barrio de Caballito, en plena Capital Federal, Maradona sufrió la traición del presidente Carlos Menem. Por entonces suspendido por la FIFA debido al dopaje que había dado el 17 de marzo en un Napoli- Bari, el 26 de abril de 1991 su imagen escoltado por la Policía mientras abandonaba el edificio tras una noche de fiesta dio la vuelta al mundo. Fue uno de los tantos momentos en los que se lo vio vulnerable y reafirmó su condición de un Dios humano. "Es un muchacho enfermo que necesita ayuda", dijo Carlos Saúl, quien le soltó la mano y le quitó el pasaporte diplomático y el cargo de embajador deportivo que le había otorgado tiempo antes. 

6. Tribunales (Sexta estación)

Aquella detención en Franklin llevó a Maradona en 1992 a tener que presentarse a la Justicia de manera periódica para demostrar que ya no consumía. El 14 de octubre de 1992, cuando salió de declarar en Tribunales y después de haber regresado al país para disputar una gira con Sevilla, se dirigió al Círculo de Periodistas Deportivos para estar en el velatorio del relator José María Muñoz, pero en el camino se cruzó con una marcha de jubilados. Su participación quedó inmortalizada en una popular frase: "Tenemos que ser muy cagones para no defender a los jubilados. A muerte estoy con los jubilados. Lo que les hacen es una vergüenza". Fue una de las tantas veces que exteriorizó su postura política.

7. Estancia "El Marito" (Séptima estación)

Si Nápoles fue su cielo, el campo donde realizó la preparación física para el Mundial 1994 significó la resurrección. Acompañado por Fernando Signorini, entre otros, Diego arrancó el 10 de abril, dos meses antes, una puesta a punto para la competencia, pero también afrontó una batalla contra su adicción y hasta debió superar la abstinencia. Pese a su gran esfuerzo y las óptimas condiciones en la que llegó a la Copa del Mundo, en Estados Unidos tuvo la imagen más triste de su carrera saliendo del campo de juego con una enfermera. Aquel doping no solo implicó una larga suspensión por parte de la FIFA, sino quetambién representó un golpe duro que Maradona resumió: "Me cortaron las piernas". 

8. Segurola y Habana 4310 (0ctava estación)

Uno de los lugares icónicos de la Ciudad de Buenos Aires es la esquina en el barrio de Villa Devoto, donde vivía Diego cuando invitó a pelear a Julio César Toresani. Ocurrió el 7 de octubre de 1995, durante una victoria por 1-0 ante Colón que marcó el regreso de Maradona a Boca tras 15 meses de inactividad por la suspensión de la FIFA, luego del dopaje en el Mundial de 1994. Una patada de Claudio Caniggia a Dante Unali desató una gresca. Como resultado, el Huevo terminó expulsado y la bronca siguió en los medios. "A mí me echó Maradona. Yo me la banco, lo iría a buscar hasta la casa", acusó Toresani y Diego le contestó que lo esperaba en el séptimo piso y agregó: "Vamos a ver si me dura treinta segundos".

Esa esquina suele ser un lugar de encuentro para los maradonianos, quienes a menudo llevan ofrendas y hasta habían pegado el nombre de Diego en los carteles que señalan los nombres de las calles.

9. La Bombonera (Novena estación)

El 10 de noviembre de 2001 se jugó allí su partido homenaje ("Si dicen despedida, los boxeo a todos, uno por uno", le advirtió a los periodistas). Diego vistió las camisetas de Boca y la Selección Argentina en una jornada emotiva , no solo por lo que se vivió en el campo de juego, sino porque el año anterior Maradona había estado al borde de la muerte y los problemas de salud regresarían tiempo después. Ese día, con 41 años y cuatro años después de su último encuentro como profesional, dejó una de las frases más recordadas porque con una voz quebrada, una pausa de película y lágrimas en los ojos, sentenció: "Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha".

10. Tigre, la crucifixión y el adiós (Última estación)

Diego dijo adiós en la casa del lote 45 del barrio privado San Andrés, de Tigre, el lugar que había sido alquilado para que transitara una internación domiciliaria . Con sus problemas de salud a cuestas, Maradona dejó este mundo hace un lustro. Pero su muerte solo significó una despedida física porque desde entonces vive en algo más intangible: el recuerdo imborrable de muchos y muchas.