No hace falta ni mirar. Basta con escuchar el ruido de las pistolas -para aflojar y ajustar-, la entrada de la primera marcha y el arranque en poco más de dos segundos. Cuando algo no va bien en una parada en boxes de la Fórmula 1, se nota enseguida. Y Franco Colapinto lo sufrió dos veces en el Gran Premio de Hungría , arruinado por los errores en el trabajo de Alpine cuando entró a cambiar los neumáticos. ¿Qué salió mal?
11 segundos en la primera. 7 en la segunda. Lo que en otro deporte puede significar la nada misma, es una eternidad para el automovilismo, más a ese nivel. Las del argentino fueron por amplio margen las peores pasadas por el pit-lane: 30.248s y 26.280s, cuando el promedio rondó los 21. Ni el mérito de haber tenido el sexto mejor ritmo de carrera, con el peor auto del campeonato, lo hizo salir del fondo en el que lo hundió su propio equipo.
El pit-stop debe funcionar como un relojito. Después de una decisión estratégica del equipo (mala en este caso, según dijo el propio Colapinto post-carrera) se comunica la orden vía radio con el típico "box, box". Ahí empieza a desplegarse el operativo, ya con parámetros claros de qué compuesto de Pirelli colocar y hasta posibles ajustes en los alerones. El grupo de 20 personas se posiciona en el espacio asignado al menos 15 segundos antes.
El piloto entra al pit-lane con el limitador de velocidad puesto (generalmente a 80km/h) y es clave que esté fino para frenar en la posición exacta. Ahí, el operador del crique delantero es el primero en tomar contacto con el auto y levantarlo, casi al unísono con su compañero de atrás. En este rol, la fortaleza física es fundamental: un F1 pesa alrededor de 800 kilos.
Ya con el auto en el aire, entran al juego otros 12 mecánicos, tres por cada rueda: el pistolero, que afloja y ajusta, uno que retira la goma vieja y otro que coloca la nueva. Si todo sale bien, en menos de 2s. Y si sale como a los de las traseras de Alpine este domingo en el Hungaroring, puede ser "un desastre" como lo definió el argentino tras terminar 18°, antes del receso veraniego hasta el GP de Países Bajos en Zandvoort , el 31 de agosto.
Los miembros restantes se ocupan de tareas complementarias: ajustar los alerones, estabilizar el auto en el aire, limpiar la visera del piloto, retirar restos de suciedad en pista o estar atentos a ayudar ante cualquier contratiempo. Y el jefe de mecánicos está encargado de dar luz verde a que el piloto salga, con todo ajustado y la calle de boxes libre. Si todo lo antes descrito pasó en menos de lo que se tarda en leer esta oración, salió bien.
Para que este "ballet" funcione, los 10 equipos tienen una preparación constante, tanto física (incluso con una pretemporada en el invierno) como de coordinación, en las fábricas y en pista, aunque sin pasarse de la raya para no sobrecargar a los mismos mecánicos que luego trabajan todo el fin de semana en distintos aspectos del auto.
Si funciona correctamente, una parada en boxes de la F1 actual promedia los 2.20 segundos (el récord mundial lo tiene McLaren con 1.80, y en Hungría clavó el mejor tiempo del 2025 con 1.94 para el ganador Lando Norris). Es un aspecto tan decisivo como lo que pase en pista para definir puestos, carreras y hasta campeonatos. Y si funciona mal, a pesar del buen ritmo y las sensaciones positivas del Alpine que se llevó Colapinto, quedó a la vista este domingo lo que pasa.