No tenemos manual de instrucciones para la vida, aprendemos a cada paso cuando nos damos cuenta que al volver la mirada hay un tiempo que no tiene retorno, pero del que afortunadamente nos quedan recuerdos.
No existen respuestas acertadas o equivocadas porque con cada elección que hacemos sabemos que habrá una consecuencia. Si nos gusta el resultado avanzamos confiados, si por el contrario lo que elegimos no era lo acertado "debemos buscar nuevamente una nueva elección y una nueva consecuencia" decía Robert Kiyosaki, un motivador internacional.
También y por suerte, sabemos que adelante están las posibilidades y que, para obtenerlas, está el instante presente que nos colma de herramientas para alcanzar nuestras metas.
Experiencias o anécdotas decía mi amigo. Lo bueno y lo malo. El Ying y el Yang. El día y la noche. No hay cómo valorar las sonrisas si no se conoce el sabor de las lágrimas. No se puede equilibrar el peso de las cargas si primero no hemos saltado sin nada en las manos, hemos volado con alas propias y nos hemos dado algunos porrazos en el camino. Es muy difícil perderse en la mirada del otro que se ama, si antes no supimos lo que era la soledad y la valoración de uno mismo.
Aprendemos siempre, sin instrucciones. Ganamos experiencias y sumamos anécdotas. Cotejamos datos, trabajamos, empujamos, paramos, luchamos, golpeamos, esperamos y volvemos a empezar no con rutina, sí con impulso.
Cada día es distinto. Cada paso del camino una oportunidad. Cada instancia pasada un recuerdo. Cada deseo un proyecto. Y cada instante un tiempo para vivir agradeciendo a los que están, a los que estuvieron y por sobre todo a uno mismo que es quien cada día alcanza la meta.





