Este domingo es el Día del Padre y el corazón se prepara, con regalos o con recuerdos, para celebrar su vida en la nuestra.
Papá es "Origen", de su impulso vital llegamos a la vida y en el transcurso del tiempo su abrazo se agiganta para la caricia o para acompañarnos.
Papá es "Entrega", generalmente da. Silenciosamente otorga desde el rol que tiene su estancia en casa, del trabajo que se hace para sostener y del imperceptible para no caer.
Papá es "Escuela", porque enseña mientras aprende y porque guía en las tablas para que la multiplicación sea abundancia y la división no sea separación.
Papá es "Encuentro" porque sabemos que su mano estará siempre para agarrarnos la nuestra y no dejarnos solos.
Papá es "Certeza", esa que no se puede explicar, pero se siente desde las entrañas. Estar ahí es el rol que un padre no reniega y ni siquiera cuestiona.
Podremos decir mil cosas también de los otros padres, los innombrables, los que sirven como ejemplo de lo que no es ser papá, los violentos, los injustos, los cobardes, también son parte de la vida que -pese a ellos- tenemos.
Papá es "Latido", porque cuando no está, cuando el silencio de su voz se apodera de todos los rincones, uno puede esconderse y en silencio, ponerse la mano en el pecho y escuchar su vida en la nuestra a través del corazón.
Papá, "El nuestro", tal vez el hombre más maravilloso que exista sobre la faz de la tierra, será el pilar del alma sobre el que construiremos el mañana. Por eso son tan importantes los valores que transmite, las historias que cuenta, el presente que comparte y el futuro que se construye con su presencia.