Tiempo de mudanzas

Memorias del Alma | por Susana Platero

El cambio es parte de la vida desde el principio de los tiempos y no entenderlo es quedarse estancado en un desierto sin oasis a la vista.

La humanidad está en permanente cambio. Mudan los tiempos y las voluntades porque el hombre como tal, si no muta se vuelve obsoleto y, por lo tanto, olvidable. Lo que NO nos enseñaron, al menos a los que tenemos un poco más de años, es que la velocidad era la parte fundamental del proceso y nos fuimos quedando atrás, tomándonos un tiempo que no teníamos, para proyectar el futuro que se acercaba peligrosamente rápido.

Alegan que cambiar es parte del proceso, pero no cuentan las partes que se dejan olvidadas en el camino, las que no se recogen, aunque quisiéramos, las miradas que dejaron de ser profundas para ser fugaces y el alma que se va arrastrando, tratando de sujetar, como puede, aquellas cosas que no quiere perder en la carrera.

Es dañino este tiempo de mudanzas, porque nos quita sin dejarnos elegir. Porque se está llevando nuestros amores sin posibilidad de despedirlos, porque nos arrebata el tiempo del encuentro y nos deja apenas unas migajas para la ternura.

Se muda la confianza porque vamos perdiendo la fe en los que nos acompañan, sobre todo porque hay instante en los corren demasiado rápido y no podemos seguir el ritmo de la competencia.

Cuando la humanidad se vuelve obsoleta porque nosotros mismos la denigramos, tenemos que obligarnos a parar y decir ¡hasta acá! antes que el apocalipsis del cambio nos robe la chispa divina que nos hace únicos, diferentes y maravillosos.