Marta Castellino rescata la obra de Juan Solano Luis

"Un verdadero tesoro para cualquier investigador de la literatura regional, porque nos permite asomarnos al proceso creador, a la "cocina" del poeta y entrever su modo de trabajar"

Marta Castellino es una de las más importantes investigadoras de la literatura mendocina y tuvo la suerte, según sus palabras, de encontrar la obra del poeta sanrafaelino Juan Solano Luis en el homenaje que se le realizara en el Café Literario que organiza mensualmente la biblioteca popular Francisco Peñasco.

Así una cosa llevo a la otra y con la generosidad de la familia de Solano Luis, la posibilidad de la biblioteca de disponer de un subsidio de la CONABIP para trabajos de investigación y la disponibilidad de Marta, una apasionada por la magia de las palabras, se concretó la publicación de la Antología Poética, Edición póstuma de la obra de Juan Solano Luis que se presentará este viernes 7, a las 18:30 en las instalaciones de la Biblioteca Peñasco ubicada en Av. Mitre 1233.

Simple, profunda y con la certeza de un trabajo realizado a conciencia, la doctora Marta Castellino comentó a Info YA! la génesis de esta investigación que verá la luz en pocas horas.

¿Cómo encontró su pasión por las letras?

Como toda historia, comienza en la infancia, gracias a mi madre que me recitaba poesías aprendidas de memora, quizás oídas a mi abuela; y gracias a mi padre que me leía todas las noches un capítulo de alguna novela de aventuras (preferiblemente de piratas). Un capítulo y no más, lo que me motivó a aprender rápidamente a leer para poder continuar por mí misma ese placer de la lectura. Tanto, que antes de terminar primer grado ya leí mi primer libro completo, de Salgari (El tigre de la Malasia, por supuesto). Luego, tuve a mi disposición buenas bibliotecas, tanto en mi casa como en la de mis tíos. Recuerdo una especialmente, que saqueaba sistemáticamente los domingos, cuando iba de visita; allí tuve algunas "revelaciones" tan disímiles como el Draghi lucero de Las mil y una noches argentinas o el Chesterton de El candor del padre Brown. Y luego, ya en la Facultad de Filosofía y Letras, el magisterio invalorable de Gloria Videla de Rivero me fue inclinando cada vez más al descubrimiento de los autores mendocinos.

¿Cómo llegó a usted la obra de Juan Solano Luis?

Puede decirse que el azar tuvo su parte importante. Si bien ya conocía algo de la obra del poeta, a través de un hermoso trabajo publicado por Dolly Lucero (mi profesora de Literatura Medieval en la Facultad de Filosofía y Letras) en la revista Piedra y Canto, publicación del Centro de Estudios de Literatura de Mendoza, que integro, la búsqueda de temas para la columna que publico semanalmente en el diario Los Andes me llevó nuevamente a él y a sus dos libros publicados. Al poco tiempo, quiso el destino que en San Rafael, por iniciativa de Miguel Pérez Mateos, Alejandro Peñasco y los amigos nucleados en los cafés literarios de la Biblioteca Popular "Francisco Peñasco" surgió la idea de homenajear al poeta en uno de esos cafés. Me invitaron a participar y allí tuve la oportunidad de conocer a los descendientes del poeta: su hijo Horacio y su sobrina Karina. Y este conocimiento tuvo un fruto impensado: la posibilidad de acceder a una serie de carpetas que contienen los papeles inéditos de este gran poeta sanrafaelino. La familia, generosamente, me permitió el acceso a ese archivo, un verdadero tesoro para cualquier investigador de la literatura regional, porque nos permite asomarnos al proceso creador, a la "cocina" del poeta y entrever su modo de trabajar a partir, por ejemplo, de las distintas versiones de un mismo poema que se encuentran entre sus papeles de trabajo.

¿Quién fue Solano Luis?

Brevemente, diré que Juan Solano Luis nació en Mendoza en 1914, el 13 de noviembre, y falleció el 14 de agosto de 1965. Fue el segundo hijo de un matrimonio de inmigrantes españoles llegados a la Argentina en 1910. Cursó sus estudios primarios en la ciudad de San Rafael y en 1934 se recibió de maestro en la Escuela Normal, a la que dedica un encarecido recuerdo a través de un poema, al igual que a muchos de quienes fueron sus profesores, especialmente a Alfredo Bufano. El poeta Luis Ricardo Casnati nos brinda un interesante testimonio al respecto, ya que él, al igual que Solano, "asistió a las clases de gramática castellana y literatura que dictara, en la Escuela Normal Mixta de San Rafael, Alfredo Bufano. Si bien lo hicieron en distintos cursos -Solano ya próximo a terminar su carrera de maestro y Casnati en los primeros años de su estudio- se conocieron y se sabían allegados al maestro" (1981, [s.p.]). El maestro es, claramente, Alfredo Bufano, a quien Solano Luis dedica su primer libro: "A mi maestro, Don Alfredo Bufano, filialmente". Este libro es Ángelus y alondras y fue editado en 1943 en Buenos Aires, por la Comisión Nacional de Cultura, ya que obtuvo el Premio Iniciación otorgado por esa misma comisión en 1942, destinado a autores "autores inéditos menores de 30 años", tal como se afirma en una nota que abre el volumen. Se aclara también que el jurado estuvo integrado por prestigiosos poetas: Fermín Estrella Gutiérrez, Juan Oscar Ponferrada y Luis Cané.

Inmediatamente después de recibir su título, comenzó a trabajar como maestro rural y luego ascendió a director de escuela primaria en la Villa 25 de Mayo, donde también ejerció como corresponsal del diario Los Andes entre 1943 y 1947.

En 1948 se trasladó a Carrodilla para desempeñarse como Inspector Zonal del Consejo Nacional de Educación. Posteriormente -ascendido a inspector de región- se trasladó a Buenos Aires en 1955 y se radicó en la localidad de Florida, Provincia de Buenos Aires.

En esta etapa realizó permanentes viajes a las provincias de Tucumán, Salta y Jujuy, promoviendo la creación de escuelas hogares para la enseñanza básica de un oficio que tuviera inserción en la producción local. Se ocupó de todos los procesos de trabajo hasta dejar las escuelas en funcionamiento. Esto implicó un largo período de alejamiento de su familia y su creación literaria.

En 1958, a través de la UNESCO, fue becario del Centro Regional de Educación Fundamental para la América Latina (CEFRAL) con sede en México.

Participó como funcionario argentino en la discusión acerca de la problemática relacionada con la educación de adultos en la región, perfeccionando estudios del método Gattegno. Al regresar de la beca publicó un libro sobre su aplicación, en colaboración con Elena Velasco García Grosman y Elsa Sabatiello.

Jubilado en 1961 ingresó en la Editorial Universitaria de Buenos Aires (EUDEBA) donde se desempeñó hasta la fecha de su fallecimiento (1965), como gerente de promoción y secretario de difusión.

¿Cómo definiría estos poemas inéditos?

Estos poemas son una continuidad y una confirmación de la temática y el estilo de sus libros publicados, lo que confiere a su ora una gran unidad. Su trayectoria poética registra un prolongado hiato, si consideramos que Juan Solano Luis publicó en vida dos libros de poemas: Ángelus y Alondras (1943) y Los caramillos (1963). La respuesta a este curioso silencio la encontramos en las nueve carpetas que, gracias a la generosidad de los descendientes del poeta, llegaron a nuestras manos: Juan Solano Luis no dejó de escribir en este período que media entre una y otra publicación, siguió componiendo poesía hasta el momento mismo de su muerte, tal como lo testimonia el proyecto de un libro encontrado entre los manuscritos y mecanoscritos de estas carpetas, que lleva como fecha "1965".

¿Cómo fue realizar este trabajo?

Ante todo, debo decir que fue una auténtica aventura de descubrimiento. No hay mayor placer para un estudioso de la literatura que encontrar esos textos inéditos contenidos en cajas o carpetas, estos reservorios que contienen tantos años de constante trabajo, quizás plasmados, como ocurre en este caso, bajo la añoranza de la tierra lejana. Este verdadero tesoro, como ya dije, fue entregado a la Biblioteca Popular "Francisco Peñasco", en la persona de su actual director, Alejandro Peñasco, y a un conjunto de amigos, como el poeta Miguel Pérez Mateos, fervorosos defensores de la cultura sanrafaelina y entre los que tengo el honor de contarme. Luego comenzó el trabajo de organizar el material descartando los poemas repetidos o los que ya habían sido publicados anteriormente, cotejándolos primero para ver si no contenían variantes significativas. Puesta a revisar el material, encontré el proyecto de -al menos- cuatro libros, cuyos títulos he conservado lo más fielmente posible. En cuanto al contenido originalmente dispuesto por el poeta para integrar cada uno de los volúmenes, la tarea fue mucho más dificultosa, porque en las carpetas conviven textos dispersos, correspondientes a distintas épocas y además, en distinto grado de elaboración: desde simples bosquejos a poemas que cuentan con varias correcciones (lo que ameritaría, en el futuro, realizar un estudio genético de tales variantes).

Así, el orden dado a las piezas que componen este volumen resulta, en cierto modo, arbitrario (espero no haber traicionado el espíritu del poeta al hacerlo) y se basa, más que en la sucesión en que aparecen conservados, en la coherencia interna que creo observar entre estos papeles dispersos.

¿Qué va a encontrar el lector en el libro?

Para decirlo en pocas palabras, va a encontrar el deleite de la verdadera poesía. Va a encontrar una poesía que celebra con tonos entrañables paisajes y hombres de su terruño, paisajes como la "Villa Vieja" y sus alrededores y personajes muchos de ellos nucleados alrededor de la Escuela Normal, a la que el poeta dedica un emocionado recuerdo. Va a a encontrar también el regalo de un verso musical, predominantemente octosílabo, en distribución variable, aunque con tendencia a la cuarteta, con rima asonante en los pares, vale decir, la métrica más popular en la lírica hispánica; también recurre a otros metros tradicionales como el hexasílabo y heptasílabo, con lo que su poesía adquiere un tono muy castizo. Precisamente, este tono castizo es una de las características salientes de la obra de Solano, junto con el delicado lirismo y la musicalidad de sus versos.