Fue guerrillero en Salta, le amputaron un brazo y hoy es cura en San Rafael

Agustín Enrique Bollini Roca tiene 84 años y es sacerdote en el Instituto del Verbo Encarnado. Además de su pasado guerrillero, se casó, tuvo dos hijos y, ya como religioso, misionó por diversos países y hasta en Groenlandia. Su historia

El padre Agustín Enrique Bollini Roca.

Agustín Enrique Bollini Roca tiene 84 años y es cura en el Instituto del Verbo Encarnado, en la sede de San Rafael. Tuvo una vida de la más diversa e intensa, tanto antes como después de abrazar el sacerdocio.

Es que a los 22 años se incorporó al Ejército Guerrillero del Pueblo que comandó Jorge Masetti en Salta. Fue detenido, estuvo preso. Al salir en libertad se casó, tuvo dos hijos y con la llegada de la última dictadura miliar se exilió en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia. Luego se separó, realizó diversos trabajos y finalmente halló en la Iglesia Católica su razón de vivir. Misionó por medio mundo e incluso en un destino exótico para un sacerdote como Groenlandia, para finalmente quedarse en San Rafael.

Su historia, que podría ser para un guión de película, fue contada por el portal Infobae.

Agustín nació en Adrogué, en el sur del conurbano bonaerense, su infancia y adolescencia fue un "ir de acá para allá" con su familia. Y que el único lugar que sintió como propio fue Pergamino, donde hizo el secundario y se recibió de maestro.

Allí, junto a un grupo de amigos, comenzó a leer a Marx y a Engels. Su familia era muy católica, sobre todo su madre, Lucía, y el acercamiento al comunismo lo alejó de la Iglesia: "Ahí empezó el proceso. Me declaré ateo. Mi razonamiento era que como no tenemos explicaciones científicas para aclarar el origen del mundo, le poníamos el nombre de Dios. Caí en ese gran pecado de soberbia, esa gran tentación del diablo".

Luego se fue a Córdoba a estudiar a la facultad de Arquitectura. Mientras estudiaba en la facultad, muy lejos de allí, en Cuba, Fidel Castro ejecutaba la revolución marxista. Junto a él había un argentino, Ernesto "Che" Guevara. Y no pocos estudiantes se dejaron subyugar por la figura del guerrillero. Entre ellos, Bollini Roca.

"Todos nos entusiasmamos. En un momento me dijeron que había un grupo que iba a empezar la actividad guerrillera en el país y adherí. Creía que esa era la solución para establecer justicia, para que no hubiera más pobres, para que todo se compartiera...".

A los 22 años Agustín se internó en la selva salteña junto al Ejército Guerrillero del Pueblo, que allí esperó la llegada del Che Guevara como a un mesías.

Este grupo insurgente fue dirigido por el periodista Jorge Masetti, amigo del Che y entrenado en Cuba. Ingresó al país desde Bolivia el 21 de junio de 1963 junto a una decena de guerrilleros. Entre ellos, el cubano Hermes Peña, que había sido custodio de Guevara. Luego se fueron incorporando el resto de los 39 combatientes.

Su etapa como guerrillero

Bollini Roca recordó que "conocí a Masetti, que para mí no se llamaba Masetti sino Comandante Segundo. Después supe quién era". Le dieron un fusil norteamericano Garand, que le entorpecía las caminatas. "Tenía un caño muy largo, y se enredaba en la maraña de la selva. Empezamos a recorrer la zona, para saber dónde íbamos a actuar. La elección del lugar fue un gran error. No había población, era un lugar deshabitado. Vimos una sola familia de campesinos".

Bollini Padro (círculo) junto con sus compañeros guerrilleros detenidos en Salta.

Más adelante, bajó del monte hacia Salta para oficiar de transportista. Por eso, él no sufrió el peor momento del hambre que asoló a los guerrilleros y causó la muerte de tres de ellos.

Cuando la Gendarmería desbarató el intento guerrillero, fueron varios los testimonios que ubicaron al hoy sacerdote en la localidad de Colonia Santa Rosa, consiguiendo víveres para la tropa.

Bandera secuestrada al Ejército Guerrillero del Pueblo.

Posteriormente, entre el 15 y el 20 de febrero de 1964, estaba en la ciudad de Salta, en el Residencial España, cuando lo detuvo la Gendarmería. Lo delataron dos infiltrados en el Ejército Guerrillero del Pueblo.

Cuando el EGP fue desbaratado por completo, los llevaron a Salta. Estuvo seis años en prisión y en la tarde del 14 de diciembre de 1968 salió en libertad condicional. Al amanecer del día siguiente llegó a Córdoba.

Arsenal secuestrado por Gendarmería al grupo guerrillero.

Bollini Roca nunca más tomó las armas. Sin embargo, volvió a colaborar con un grupo revolucionario, del que no recuerda ni el nombre. "Era una toma de una radio en el centro de Córdoba. Pasaba música muzak, en los negocios. Yo los llevé en auto. Entraron y leyeron una proclama que nunca escuché. Pero con mis ex compañeros no tuve contacto. Estábamos todos fichados".

Formó una familia

Agustín dejó la facultad y tuvo diversos trabajos: en una cantera, en una empresa constructora que se dedicaba a pavimentar calles y trabajó con un primo en un campo en el límite con Buenos Aires. En esa etapa de su vida conoció a quien fue su pareja durante diez años, Adela Masvernat, con quien tuvo dos hijos, Bárbara Bollini Roca, artista plástica, y Francisco Agustín Bollini Roca Masvernat, abogado.

Su vida se volvió a complicar al poco tiempo de llegar la dictadura. Un par de compañeros del Ejército Guerrillero del Pueblo fueron secuestrados. Contó que "yo decidí rajar. La única plata que tenía me alcanzaba hasta Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia". Ese exilio duró 20 años.

Poco después de su partida, su esposa se reunió con él. Y se casaron por civil. Pero en 1985 se separaron "por problemas entre nosotros". Hoy con sus hijos tiene "un contacto esporádico: Bárbara vive en los Estados Unidos, y Francisco en Santa Cruz de la Sierra". Con Adela, en cambio, perdió todo vínculo. "No se si vive, ni donde, o si murió. Siempre tuve la intención de preguntarle a los chicos si tenían relación con ella, o que me dieran noticias y al final nunca lo hice".

Llamado espiritual

En ese período, su vida espiritual dio un vuelco. "Paulatinamente me fui encontrando con Dios, a través de gente carismática. Yo tenía una soledad interior muy grande. Recuerdo que recorrí varios grupos buscando a ver cuál me agarraba. Hasta sectas de lo más extrañas. Había unos que decían que se comunicaban con platos voladores y todas esas cosas. Alguien, entonces, me llevó a La Mansión, que es una iglesia católica carismática. Cuando entraba en iglesias y veía viejitas rezando, todo oscuro, pensaba ‘no, este no es el Dios que yo busco'. El que buscaba estaba ahí, en la alegría, en los carismáticos, que cantan, bailan... Y ahí me encontré con el Señor, y surgió de a poco la vocación".

La amputación de su brazo

Pero el destino todavía le había preparado una prueba más. Después de la separación, en medio de su crisis personal, Bollini Roca cuenta que estaba "muy débil, no comía bien, estaba sin plata, sin trabajo, alojado en casas de carismáticos, que siempre me ayudaron mucho". Y un día se hizo una pequeña herida en un brazo, con un mueble de hierro oxidado. Se infectó. Se produjo una gangrena. Y todo terminó en la amputación del brazo derecho. Para peor, su lado hábil.

"Fui a un hospital, me atendió un médico, perdí el conocimiento y me internaron. Estuve una semana sin conciencia. Y cuando desperté escuché que decía ‘tuvo una gangrena y hubo que amputarle el brazo, sino te morías'. Me lo cortaron casi a la altura del hombro, que lo dejaron para que me pudiera poner ropa". El shock, dice, "fue cuando me toqué y encontré el vendaje. Pero luego lo acepté. No tenía alternativa. O te venís abajo o salís. Y me aferré más a Dios. Además me venía a visitar la gente de La Mansión, la iglesia carismática. Era gente muy buena y ya había generado una relación con ellos".

Su ingreso al sacerdocio

La iglesia se convirtió en el centro de su vida. De a poco, sintió la necesidad de ingresar al sacerdocio. "No fue de golpe. Era la posibilidad de servir a los demás, de llevar adelante el proceso de igualdad, de bienestar para todos. Y si no se podía conseguir en lo material, bueno, que fuera a través de lo espiritual".

Cuando tomó la decisión de tomar los hábitos, su primera opción fueron los carismáticos, en cuyo seminario hay monjes de la Orden de los Dominicos: "Recuerdo que tenía un curita con el que me confesaba. Le consulté a él sobre mi vocación, que quería ser sacerdote. Pero me respondió ‘no con nosotros'".

El padre Agustín celebrando un casamiento.

Con cierta desilusión, viajó a Buenos Aires para visitar a su hermana Elena Segunda. Y ella lo conectó con la comunidad del Instituto del Verbo Encarnado (IVE). "Era 1995. Me dijo que conocía a un sacerdote que tenía un seminario". Era el padre Carlos Buela, que falleció en abril de 2023 y tuvo denuncias en su contra por abuso sexual que motivaron su separación del IVE en 2010.

"Charlamos media hora, hicimos los pro y contra que había, y salió que realmente quería estar en el seminario. Así que regresé a Santa Cruz de la Sierra, agarré mis pilchitas y me vine a Mendoza", cuenta. El 9 de agosto de 2001, Bollini Roca se ordenó como sacerdote en San Rafael. Y a partir de allí, se convirtió en un cura viajero.

Misionó por medio mundo

Ese mismo año viajó a Illapel, Chile. Siete años después, fue destinado a Jerusalén, donde estuvo en la capilla del Santo Sepulcro, donde fue confesor. Y en el 2012 marchó a un destino exótico: Nuuk, la principal ciudad de Groenlandia.

En 2013 estuvo en Mérida, México. En 2015 en Wuauchula Hills, Florida, Estados Unidos. En 2019 pasó por Guyana y San Pablo, Brasil. Y en 2021 regresó a San Rafael. "Toda mi vida fue una gran experiencia", asiente.

El padre Bollini Roca, en el centro, junto a dos sacerdotes católicos en Nuuk, Groenlandia.

El padre Bollini Roca conoce bien las críticas que recibe el Instituto del Verbo Encarnado, aunque hayan mermado luego de la salida del padre Buela: "En realidad es porque nosotros lo que hacemos es respetar la letra, toda la Revelación de Dios y nos consideran que se yo, fundamentalistas. Pero yo me siento muy bien y le doy gracias a Dios por lo poco que puedo hacer, que es confesar y hacer alguna dirección espiritual".

Cuando le preguntaron: usted de joven tuvo un pensamiento de izquierda. ¿Cómo piensa hoy?. Respondió: "Yo sigo siendo de izquierda. Porque Dios busca la igualdad de todos. Lo que pasa es que no cumplimos con lo que Dios nos dice. Acá en la finca todos vivimos pobres. Tenemos alguna subvención, ayuda de gente. Pero es la forma de seguir al Señor. Nada que ver con lujos. En todo caso, esos son para la honra de Dios, dentro de los templos".