Nació en la extrema pobreza, dominó el boxeo y aspiró a ser el presidente de Filipinas

Pac Man descubrió el calzado con 12 años, fue campeón mundial en ocho divisiones y alcanzó el Senado de su país con un discurso de derecha. Tras cuatro años de inactividad, regresa hoy al ring para combatir ante Mario Barrios por el título mundial del peso wélter del CMB

 Tim Keown exige que su mirada confirme lo que sus oídos no creen. El taxista que lo transporta aprovecha uno de los usuales embotellamientos en la autopista EDSA de Manila, capital de Filipinas, para golpear el vidrio diestro, señalar a tres muchachos sentados sobre una mole gris de casi ocho metros de altura y explicarle que la inexpresiva pared es un cementerio y esos jóvenes habitan allí. El periodista estadounidense comprende el idioma, pero su imaginación es incapaz de dibujar la escena. En la intersección siguiente, vislumbra el horizonte y describe que "se trata de una matriz de muros de concreto con compartimentos a cada lado en el cual los espacios aún sin ocupar por ataúdes son la residencia de los más pobres". En su blog publicado en YouTube en septiembre de 2024 (la visita de Keown fue en 2021), el creador de contenido Danny Camacho recorre el camposanto Paang Bundok, situado al norte de la ciudad, en el que descansan alrededor de un millón de lápidas y respiran aproximadamente diez mil familias, que utilizan las tumbas como mesas o paredes laterales para cimentar sus casas. Los vivos duermen entre los muertos en el país de Manny Pacquiao. Sin embargo, la infancia rural del púgil ganador de doce títulos mundiales -en ocho categorías y cuatro décadas- fue más despiadada.

 Emmanuel Pacquiao recorrió los primeros calendarios de su viaje mundial en un monoambiente en Tango, región agrícola y montañosa de Kiwabe. Su punto de partida fue por debajo de la línea de la extrema indigencia. "Teníamos techo de paja y no existía un hospital, una farmacias o médicos a una distancia razonable. Vengo de la nada, a los ocho años mi mente estaba madura para hacer dinero o conseguir comida. Acostumbraba a tomar el pan viejo, llevarlo a casa, raspar la corteza y cocinarlo. Había días en los que no comíamos", narró antes de perder contra Floyd Mayweather y acaudalar 140 millones de dólares.

 Sus pies danzarines descubrieron la calurosa contención del calzado cuando tenía doce años. Tras acercarse al boxeo con las películas de Bruce Lee y mudarse a General Santos, urbe sureña de medio millón de habitantes , el niño se cautivó con la narración radial de la hecatombe de Mike Tyson ante James Douglas y -dijo en una nota con ESPN- ese día le aseguró a su primo Sardo Mejía, quien le explicó la relevancia de la velada, que él podía ser tan bueno como ambos.

Con 14 vueltas al sol y sin compañía, Pacquiao se hartó de la hambruna de GenSan y migró en un barco rumbo a Manila con la endeble promesa de un promotor como única carta de bienvenida. En la laberíntica ciudad, aguardó dos años raspando óxido de metales para reciclaje, trabajo que le garantizaba comer tres veces por día, según relató Miguel Simón en el libro El deportista perfecto. No obstante, en su bautismo profesional, falseó su fecha de nacimiento y recurrió a un ingenioso truco para cumplir con el peso: llenó sus bolsillos de trozos de hierro. A falta de 24 meses para cumplir la mayoría de edad, venció a Edmund Enting Ignacio, embolsó 22 dólares y se transformó en Kid Kulafu, a propósito de las botellas de vino que recogía de la calle para devolverlas a la distribuidora a cambio de monedas.

El eléctrico artista de piernas voladoras, cintura flexible y jab dañino desfiló en sus primera decena de presentaciones, aunque la undécima fue una pesadilla: se excedió en la balanza y fue obligado a usar guantes de menor potencia (dos onzas más que su rival) y, tras dos rounds en los que dominó, Escolástico Torrecampo lo derrumbó. Sin dudas, fue un golpe inesperado. "Tenía claro que después del jab venía un lanzamiento recto o un uppercut. Debía esperar a su apertura y contraatacar", fanfarroneó el nacido en Davao. La contención de la lona disgustó a Pacquiao y fue un punto de inflexión para ambos protagonistas: el vencedor se retiró después un triunfo en cinco presentaciones (en septiembre de 2007, asesinó con dos puñaladas a Ernesto Ongkit, quien manejaba el camión municipal de los residuos y por error chocó su carrito comida), mientras que el perdedor se levantó con una exhibición de fuste ante Marlon Carrillo que lo catapultó a Estados Unidos.

Luego de doblegar a Kevin Kelley el 3 de abril de 2003, el promotor de Marco Antonio Barrera, potente noqueador que terminó sin la decisión de los jueces 44 de sus 67 halagos, le anticipa que "vienen buenos planes", le sugiere tener una contienda "suavecita" y le ofrece superar a Oscar Larios o a Manny Pacquiao. El mexicano descarta a su compatriota por ser un amigo y cita al asiático en Texas. "Fue mi peor decisión. La verdad es que no me preparé como exigía este combate (en la previa fue operado por un mal congénito en su cabeza), pero no es excusa. Me pegó mucho abajo y no me dieron más las piernas. Perdí frente a una leyenda", reflexionó acerca de uno de sus siete tropiezos en una entrevista lanzada en 2021 en el canal de Youtube de Roberto Mtz. Cuatro ejercicios más tarde, el tailandés, ya en el centro de la escena, volvió a sorprender al americano y lo recostó en el ring: "Cuando arranque el combate dije: ‘No manche wey me lo cambiaron'. Sentí que no era ese fajador, porque lo esperaba y él no venía".

Su estruendosa irrupción en la élite rompió su estructura de trabajo. "En Filipinas estaba solo, sabía más que sus ayudantes. En Los Ángeles, acataba lo que decía Freddie Roach y eso lo hizo crecer", detalló su representante Rod Nazario. En contrapartida, el entrenador denunció que la marea de sis que acompañan al campeón lo habían convertido "en un tipo salvaje que tenía al universo agarrado de las pelotas". Una noche bastó para sanar y terminar con los excesos: "Escuché la voz del Señor. Temblaba, pensé que me había muerto. Fue una experiencia increible, increible... Cambié al escuchar a Dios. Puede testificar que hay uno. Vi dos ángeles con alas blancas y largas. Entre en el paraíso. Me mostró lo sucedido en los últimos tres años", relató en The Guardian.

 A la par de su camino evangélico, Pac Man fue comiendo gigantes y se convirtió en el diablo de la televisión mexicana. El pequeño de 166 centímetros quebró la resistencia de las rodillas de Juan Manuel Márquez tres veces en el asalto primigenio del cruce que terminó en tablas en 2004 e inauguró su cuatrilogía. Pasadas dos celebraciones de Pacquiao concedidas por las tarjetas de los jurados, la serie concluyó en 2012 con un recto del azteca que impactó en la cara de su oponente y fue premiado como el mejor nocaut del año. Dinamita siempre cuestionó los veredictos y nunca desprestigió a su antagonista: "Fue el peleador con mayor velocidad y punch al que enfrenté". Inversa fue su serie de tres capítulos contra Érik Morales: el tijuanense -diestro, rey en cuatro divisiones- cambió su guardia a zurdo en el último round de la justa que inauguró la rivalidad y levantó sus brazos cuando el locutor anunció el fallo, pero sucumbió en las dos revanchas posteriores. A la postre comentarista en Fox, el Terrible reconoció que en ambas se quedó "sin gasolina en el tanque", recalcó la puntualidad de su colega para "llegar bien a la pelea" y subrayó: "Aprendía a leerte muy rápido. Comprendía qué hacer y qué no hacer porque era muy inteligente. Además, era zurdo y pocos entendían esa situación".

Ninguna de sus 62 veladas felices resaltó tanto como su tristeza más resonante. El 2 de mayo de 2015, protagonizó frente a Mayweather (50-0) el show más lucrativo de la historia, que reunió a 4.6 millones de personas en Pay per view (Pago por evento), y se dirimió a favor del estadounidense por unanimidad. Luego, el invicto lo enalteció al nivel del "mejor" con el que dividió un cuadrilátero y afirmó que de cien riñas él ganaría todas. Jamás hubo segundo tiempo...

Óscar de la Hoya se sienta en su esquina y busca desesperadamente enviar aire para que sus pulmones intercambien oxígeno por dióxido de carbono. Su ojo izquierdo es un arcoiris. Cuando se levanta, abraza a Pacquiao y le cede la gloria. Luego, lo define: "Es como una mosca a la que no puedes espantar. Parecía como si me hubiera lanzado miles de puños, y no lo podía quitar de encima. No fue que me hirió, pero pensaba, ‘¿cuándo vas a dejar de lanzar golpes?'". La pregunta aún no tiene respuesta. Pasadas sus resoluciones favorables ante el chubutense Lucas Matthysse ("me tocó perder con una leyenda") y el floridiano Keith Thurman, Pac Man claudicó frente al cubano Yordenis Ugas en 2021. Lejos de despedirse cabizbajo, el filipino comentó que "no perdió" la pasión, pronosticó que "tiene energía para dos combates más" y el sábado retará a Mario Barrios por el cetro welter del Consejo Mundial de Boxeo. En la época del boxeo de influencers e ídolos sin jubilación, siempre hay tiempo para una función más.

Nocaut político

El 17 de diciembre de 2020 Manny Pacquiao celebra su cumpleaños 42. El invitado Keown retrata que la fiesta es tan pero tan fastuosa que "solo el gasto en flores superó los $50,000 dólares". Más allá de la lujosa cena de siete platos, el momento central del agasajo es la rifa que marca el punto final y "los ganadores son agraciados con dinero en efectivo (en cantidades que oscilan entre $2,000 y $5,000 para cada premiado) o un auto nuevo". Tres días antes, el ídolo-senador salió con bolsas llenas de billetes a la vereda de su casa y le regaló apenas 20 dólares a cada una de las más de 5.500 personas que hicieron una fila "demasiado larga para tomar fotografías, estrechar manos o sostener una conversación".

 Si el Pacquiao boxeador une a una nación (la Policía local recalcó que los crímenes caen drásticamente durante sus veladas), el político la quiebra. "El lugar en el que me encuentro es voluntad de Dios", contesta cuando le consultan por su ideología. También usa la biblia como escudo para convalidar que las personas en relaciones del mismo sexo "son peores que animales" o defender la pena capital "porque Jesucristo fue sentenciado". Él piensa -por ejemplo- que una arista elemental para reducir las insatisfacciones del tráfico es la disciplina. En realidad, la disciplina es el método de su mentor, Rodrigo Duterte, mandamás filipino entre 2016 y 2022. En el año de su asunción, el vigente alcalde de Davao fue al grano: "Adolf Hitler masacró a tres millones de judíos. Ahora, hay aquí tres millones de drogadictos. Estaría feliz de masacrarlos". El resultado de su sangrienta campaña contra el narcotráfico no alcanzó a incautar el 1% de la mercadería en circulación y mató a más de 27.000 personas, según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

Las urnas desinflaron al campeón con un fuerte gancho al hígado. El púgil recolectó el 6% de los votos (pocos menos de 3.6 millones) y quedó tercero en la elección presidencial de 2022. Ferdinand Marcos Junior, hijo del dictador homónimo que gobernó las más de 7.000 islas durante 21 años, lideró el escrutinio y pidió ser juzgado por sus "actos" y no por sus "ancestros". Pacquiao, a quien su talento boxístico lo salvó de ser uno de los jóvenes que más tarde persiguió, podría solicitar ser evaluado sólamente por todas las veces en las que cayó y se levantó